Leyenda del ballet europeo, Rudolf Nureyev se definirá siempre, como un alma libre y amante del arte sin fronteras.

Desde el momento de su nacimiento, ya cruzaba los límites dentro de una sociedad herida por la Segunda Guerra Mundial. Nacido en el cruce a Vladivostok, Rusia; desde adolescente mostraba pasión por el baile tras observar ‘Song of The Cranes’. Como estudiante del Kirov Ballet, a finales de los años 50; Nureyev siempre sobresalió por fusionarse con sus personajes y cautivar a todo el público con una gracia provocativa, según los críticos y la audiencia. Esto provocó severas diferencias entre él y la Unión Soviética, que ordenara su asesinato a la agencia de inteligencia KGB. El bailarín salió ileso de estas amenazas y se refugió en Francia.

Se unió al Royal Ballet en Londres, a principios de los años 60; donde conoció a su eterna compañera y amiga, Margot Fontayne, con quien compartiera escenario en puestas en escena como Swan Lake, Marguerite and Armand, Romeo and Juliet y Les Sylphides. Posteriormente se codeó con Andy Warhol, Liza Minelli, Mick Jagger, Freddie Mercury, entre otros, a pesar de su aversión por las celebridades.

Rudolf conoció el amor en Erik Bruhn, bailarín danés con quien vivió por 25 años, hasta su muerte en 1986, mientras que la leyenda deja este mundo el 6 de enero de 1993, víctima del SIDA.

Nureyev siempre será la marca indeleble de la perfección en el ballet clásico y moderno, siempre será un ícono de inspiración para alcanzar la gracia en su máxima expresión.